jueves, 17 de mayo de 2007

Un colegio menos



Un día cualquiera, en un lugar similar al nuestro se cerraba un colegio. Un colegio representativo, pequeño, acogedor, dónde sus profesores se volcaban en la enseñanza y en aprovechar los medios que el entorno les ofrecía.

Un colegio cercano a todos. Las familias se integraban en él, colaboraban, hacían de una casa vieja un centro cultural digno, dónde la educación seguía siendo algo así como en los comienzos, el lugar que hacía de los niños personas, el lugar de la orientación y espacio libre de la reflexión.

Los profesores que llegaban de la ciudad, esperaban encontrarse un colegio más, acudían con los ánimos por los suelos por culpa del traslado, desganados por culpa de la interinidad, desmotivados por los kilómetros que debían hacer cada día para llegar a él.

Pero una vez allí la magia empezaba a actuar. Sin duda alguna aquella casa tenía encanto, enamoraba, enganchaba, hacía sentirte parte de ella. Esperabas un nuevo día para volver a ir. Los niños proponían sus lecciones, las actividades.., no existían las programaciones diarias, solamente un guión anual con puntos que podían ampliarse al antojo de los educadores, sin presiones.

De repente un día, a medio kilómetro del colegio abrieron un centro comercíal, el pueblo empezó a ser conocido más que como uno de los simples pueblos del sur. Con él también vinieron las modas y todo el mundo empezaba a comentar, decir, charlar acerca de nuevas ideas y proyectos para el pueblo que no se sabía muy bien de dónde venían. Hablaban de nuevas plazas, del acondicionamiento de la playa, de un nuevo centro educativo con mayores instalaciones, con muchos más niños y todas las necesidades cubiertas.

Aquél rumor resultó ser una realidad. La magia se perdió, aquel centro que emitía 8 de cada 10 alumnos a la universidad desapareció para convertirse en la triste realidad de ser uno más de los centros del sur dónde sus alumnos acaban siendo explotados del turismo.

Lo que fue una moda y un supuesto avance para el pueblo, logró acabar con uno de los pocos centros unitarios que quedaban. Los habitantes del lugar intentaron evitar el derribo de aquél colegio, se habían dado cuenta que la única intención era ganar dinero con el terreno de la escuela, pero ya era demasiado tarde y nada volvió a ser como antes. Ahora aquél centro es una casa más del pueblo, olvidada, abandonada, solo se sabe que fue un colegio por sus restos que aún nadie se ha atrevido a quitar.

-Guille.





4 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido amigo, ahora no comento como miembro de impresiones pedagogicas, comento como yo misma. Desde mi otro blog, como una visitante mas a este rincon de la educacion. Me ha gustado tanto tu post, que se me han puesto los pelos de punta, triste, realista, duro... no se como describirlo. Ahora yo te digo... ¿seguira la magia de la educacion de aquel entonces, o morira pronto?
Besos

Sandra Salvador dijo...

Guille estoy con Sara, muy bonito ;)

La magia está en las personas, y con ilusión, podemos llevarla allá donde queramos,¿nos animamos?

Anónimo dijo...

un bonito cuento real, intentado realzar el valor de la enseñanza, de las cosas cotidianas y simples de la vida... convertido en una critica a la explotacion urbanistica y ala globalizacion de las cosas...
no por ser mayor y con mejores instalaciones... es mejor el mundo de la enseñanza..

moraleja: el progueso en ocasiones destuye la magia de las relaciones humanas...


me gusto guille

Anónimo dijo...

para cada uno de nosotros la magia de la educación escolar está en la "memoria de nuestra infancia"

quiero decir con esto que para cualquier niño o niña (de cualquier época y lugar) el recuerdo de su experiencia escolar siempre será mágico en el sentido de que se pierde y entremezcla con las antiguas sensaciones vividas a modo de recreaciones del pasado

la infancia, como dijo cierto escritor, es nuestra única y verdadera patria

enhorabuena por el post, y seguid así
manuel